

Ella trabaja en una librería y tiene una vida bastante normal y monótona. Un día conoce a Marko, un cineasta que está intentando ser famoso. Su relación se basa en la repetición hasta el cansancio de escenas y diálogos de películas. Cuando Marko lanza al fin su película y se vuelve famoso, deja de lado a su novia y ella se deprime a lo bestia.
Pero es esta depresión lo que hace que al fin Iris empiece a encontrarse a sí misma, siempre es necesario llegar hasta el fondo para hallarse. Y, bueno, empieza a descubrir que es una mujer guapa, seductora, que es capaz de salir sola, de conocer gente, de hacer planes, que tener más de treinta y estar soltera no es la peor desgracia, en fin.
Un día ella va a hacerse un tatuaje y el tatuador le pregunta para qué se va a tatuar y le dice que esa es una decisión de por vida, que no debe tomarse para huir. Luego de un desafortunado romance con el esposo de su mejor amiga (qué estupidez), regresa con Marko, quien le propone viajar con él, pero cuando estaba a punto de irse, ella decide que no, que su vida es otra. Al final termina con el tatuador.
Bueno, la cosa es que contándola así, solo a la luz de mi memoria, la película me parece bastante cursi y obvia, sin embargo, me sigue gustando, tal vez porque a veces la vida también es bastante cursi y obvia, pero es fascinante, sobre todo porque siempre te trae sorpresas. El que esperó encontrar una crítica especializada, búsquela en una página especializada.